lunes, 2 de febrero de 2009

El otro, la audiencia...

a. Circuito de concretización

b. El arte escénico como expresión cultural

Visiones: del actor y el espectador.

Ferdinando Taviani.

En: El Arte Secreto del Actor. Varios Autores. Colección Escenología. México. 1990

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11 Lo que hace particularmente útil y fascinante la investigación histórica y teórica sobre el teatro es que en este, más que en otros campos, se tropieza contínuamente con el juego de la realidad y las apariencias.

Muchas de las ideas más difundidas y aparentemente más obvias sobre el teatro y sobre la historia son, en efecto, el resultado de una inversión óptica.

Una de estas ideas podría ser resumida así: "El mejor teatro es aquel en el que se realiza una íntima unión entre actor y espectador, en el que uno y otro llegan a sentir de la misma forma, o en el que uno consigue transmitir al otro, hasta el el fondo, lo que piensa y lo que experimenta". Un corolario: "Para hacer buen teatro, hay que tener cosas interesantes que decir y saberlas hacer entender a los espectadores". o bien, "Hay que saber sentir profundamente y ser capaces de transmitir la conmoción al espectador".

Estas ideas no son transformadas y corregidas por la otra idea según la cual la fuerza del teatro consiste en la ficción y en la conciencia de la ficción: la ficción aceptada y conciente parece ser el medio para realizar esa unión entre actor y espectador, esa perfecta comunicación emotiva, racional, artística, que según el sentido común es la base de todo gran teatro.

Creo que el buen sentido demuestra exactamente lo contrario: es la divergencia, la no conciencia o incluso la mutua inconciencia entre visión del actor y visión del espectador lo que hace del arte teatral un arte, y no una imitación o una réplica de lo ya conocido. Sería posible demostrar que precisamente aquellos momentos exaltantes que han dado pié a fabulaciones sobre instantes de comunión entre actor y espectador son, en cambio, momentos en los que, a pesar de un profundo vínculo, hay una enorme distancia entre la visión de uno y las visiones de los otros. En el gran teatro o - sencillamente - en el teatro que funciona, actores y espectadores convergen en torno a un único espectáculo que será tanto más rico, para unos y para otros, cuanto más consiga unirles sin obligarlos a consentir.

En fin, no es por amor a la paradoja, sino sencillamente por buen sentido que habría que reconocer, que entender un espectáculo no quiere decir únicamente ver lo que sus autores (actores, directores, dramaturgo, etc.) han puesto en él. Y que entenderlo profundamente no es descubrir lo que ha sido profundamente escondido allí. Es hacer descubrimientos a través de un recorrido cuidadosamente estudiado.

Esto equivale a decir que hacer entender un espectáculo no es proyectar descubrimientos, sino trazar, proyectar los diques a través de los que va a navegar el espectador, su atención, y por tanto hacer crecer sobre todos esos diques una vida pormenorizada, multiforme, imprevista, en la que el espectador podrá sumergir profundamente la mirada y hacer sus descubrimientos.

1 comentario:

  1. Ricardo el teatro es un juego que el hombre creo para el hombre decía Misael Torres en la Trilogía del Diablo, tiene mucho que ver con lo que planteas y que en lo personal comparto, me identifico bastante con el hecho de secubrir y transformar desde uno para el otro y que el otro se identifique y reconozca

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